Científicos de la Universidad de Stanford han desarrollado un neuroestimulador implantable para aumentar la producción de lágrimas. Un dispositivo que se espera pueda ser una alternativa para tratar diferentes enfermedades oftalmológicas como el ojo seco.
Las lágrimas son necesarias para lubricar los ojos y para la eliminación de partículas y cuerpos extraños. Una película lagrimal sana en el ojo es necesaria para una buena visión.
Los ojos secos se desarrollan cuando el ojo es incapaz de mantener una capa saludable de lágrimas, generalmente se presenta debido a cambios hormonales, exposición en ambientes con viento o aire acondicionado, exposición al sol, tabaquismo o ser fumador pasivo, por medicamentos para el resfriado o las alergias hasta por trastornos autoinmunitarios como el Síndrome de Sjögren.
Para ayudar a estos pacientes, los investigadores crearon dos pequeños dispositivos que estimulan la producción de lágrimas naturales mediante la entrega de pulsos micro-eléctricos a la glándula lagrimal. Un se inserta en la membrana mucosa en la cavidad nasal y el otro se inserta debajo de la piel, justo debajo de la ceja. Ambos pueden ser activados manualmente con un controlador inalámbrico.
“Actualmente dos de los tratamientos más comunes para el ojo seco son lubricar el ojo mediante gotas o por la administración de fármacos como la ciclosporina (una emulsión tópica), pero ambos tienen inconvenientes. Las gotas para los ojos requieren refrigeración, lo cual es difícil de aplicar cuando sea necesario, además de que no replican todos los componentes vitales de las lágrimas naturales. El fármaco por su parte trata la inflamación asociada con el ojo seco, pero no la causa de la afección”, dijo Michael Ackermann responsable de la investigación.
“Hemos observado que más de la mitad de nuestros pacientes con ojo seco deje de tomar la ciclosporina después de unos meses”, dijo Marcos Blumenkranz, co-autor del estudio. “Esta alta tasa de abandono llevó al equipo a creer que los pacientes y los médicos estarían abiertos a las nuevas opciones de tratamiento.”
El dispositivo ya ha sido probado en ensayos clínicos con resultados muy prometedores en Australia, Nueva Zelanda y México, sin embargo actualmente se encuentra en proceso de la obtención de las aprobaciones europeas y canadienses, para posteriormente contar con el respaldo de la FDA.
Referencia: Universidad de Stanford