Científicos del MIT han desarrollado un polímero capaz de permitir la acción prolongada de fármacos administrados por vía oral, durante días, semanas, o potencialmente meses después de una sola toma.

La clave del polímero es su elasticidad para el cambio de forma y su sensibilidad al pH, pues va de ser estable en el entorno ácido del estómago hasta disolverse en un entorno neutro como en el intestino. Por su parte la maleabilidad permite su compresión para hacerlo fácilmente ingerible y su expansión para establecerse en determinado sitio, lo que significa que este polímero se puede utilizar para crear dispositivos seguros diseñados para una residencia prolongada en el estómago.

«Uno de los problemas con cualquier dispositivo en el tracto gastrointestinal es que hay la posibilidad de una obstrucción, lo que constituye una emergencia médica que potencialmente requiere intervención quirúrgica», dice Giovanni Traverso, responsable de la investigación. «Un material como éste representa un avance real, ya que representaría seguridad y estabilidad para una nueva forma de tratamiento.»

El diseño de los dispositivos para el estómago es una complicada por cuestión de tamaños y formas. El estómago vacía su contenido de forma natural en cuestión de horas, por lo que los dispositivos que deben conservarse, deben ser más anchos que el píloro, la válvula al extremo del estómago, el cual regula el paso del contenido gástrico al intestino.

Sin embargo, debido a que el camino más conveniente para entregar estos dispositivos es a través del esófago, que es sólo ligeramente más ancho que el píloro, los investigadores estaban interesados ​​en el desarrollo de un material con dichas propiedades.

«El dispositivo elástico se puede plegar en algo pequeño, como una cápsula y ser ingerido fácilmente a través del esófago antes de expandirse en el estómago, para su posterior restauración a su forma original».

Cuando se tiene un dispositivo que es más grande que el píloro, hay una probabilidad mucho más alta que se mantendrá más tiempo en el estómago, y para reducir cualquier posible riesgo de obstrucción los investigadores lo diseñaron para que pueda disolverse en el intestino y disociar el dispositivo para que fuera expulsado con seguridad fuera del cuerpo.

Para crear este nuevo material, los investigadores utilizaron un gel de policaprolactona y un poliéster degradable no tóxico, para construir un dispositivo en forma de anillo de 3 centímetros capaz de plegarse en un cápsula para ser administrada por vía oral.

En la pruebas los investigadores encontraron que los anillos se expandieron en su forma original dentro de los 15 minutos de la ingestión y permanecieron en el estómago durante un máximo de siete días, para posteriormente disolverse en el intestino sin ocasionar obstrucción.

Sin duda un avance que podrían mejorar significativamente el diseño y adopción de dispositivos gástricos como por ejemplo para el tratamiento de la obesidad, electrónica ingerible para diagnosticar y monitorizar una variedad de condiciones en el tracto GI; o sistemas de liberación de fármacos que pueden durar semanas o meses después de una sola administración de liberación prolongada.

Referencia: Nature, MIT