Dice la Wikipedia: La Revolución Industrial o Primera Revolución Industrial es el proceso de transformación económica, social y tecnológica que se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en el Reino de Gran Bretaña, que se extendió unas décadas después a gran parte de Europa occidental y América Anglosajona, y que concluyó entre 1820 y 1840. Durante este periodo se vivió el mayor conjunto de transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de la historia de la humanidad desde el Neolítico,? que vio el paso desde una economía rural basada fundamentalmente en la agricultura y el comercio a una economía de carácter urbano, industrializada y mecanizada.
Este cambio de paradigma modificó todo, formas de hacer las cosas, obsolescencia en cómo los seres humanos trabajaban, máquinas que podían desplazar la fuerza de trabajo humana, etcétera. Y con esto vinieron un sinfín de cambios, por ejemplo, en lo que se refiere a cómo pagarle a los seres humanos cuando las máquinas podían sustituirlos, entre muchas otras cosas.
Hoy en día tenemos la Inteligencia Artificial, que cada día nos es más cotidiana, y que empieza a ser más precisa, mejor, que los seres humanos en muchas de su actividades. Por ejemplo, el programa de Wolfram, “Mathematica”, es capaz de hacer cálculo diferencial e integral mejor que la mayoría de los estudiantes de carreras científicas. Y eso no es todo: también juegan al ajedrez como un gran maestro, o baten al mejor jugador del juego de mesa oriental Go, por mencionar apenas un par de actividades.
Se piensa que el modelo educativo ya no está cumpliendo, por otra parte, con la expectativa. ¿Qué vamos a hacer con los estudiantes que hoy entran a la universidad y que al terminar sus licenciaturas serán obsoletos pues el esfuerzo de programas de Inteligencia Artificial y robots, lo harán mejor que ellos?
Hay interesantes esfuerzos para atacar esta problemática.. David Roberts, de Singularity University, una universidad creada con apoyo de la NASA, dice que en su modelo educativo no hay títulos ni reconocimientos y que además, van cambiando sus planes educativos año con año. Esta manera de trabajar en los estudios universitarios -dice Roberts- debería ser replicada por el resto de las universidades.
Otras problemáticas parecen enfocarse a lo que se hace hoy en día de manera común: consultar información a través de Internet, por ejemplo en Google, a lo que han llamado “efecto Google” en una clara exageración. Se supone que lo importante no es la información, sino dónde buscarla. Con la llegada de los dispositivos móviles, la información ahora sí, está en la punta de los dedos.
También existen los productos derivados de esta revolución de la información, por ejemplo, los contenidos en línea, los cuales son de alguna manera rechazados por muchas instituciones porque no tienen la interacción que dan las clases en vivo. Y eso recuerda en ocasiones cuando el poeta dice que él no usa un procesador de palabras para escribir sus versos, como que no lo anima o inspira. Pero todo es realmente cuestión de qué herramientas se tienen a la mano en un momento dado. Los contenidos en línea pueden llegar a muchas más personas y eventualmente diversificarse mucho más rápidamente. No importa la resistencia de algunas instituciones, la tecnología hará que esto nadie lo pueda detener.
Y si consideramos que todos los temas se fusionarán de una u otra manera. Los alumnos aprenderán de sistemas en línea, calificados probablemente por robots o software especializado, entonces podremos avanzar más rápidamente y entender mucho mejor los problemas de nuestro tiempo y del futuro cercano. Todo porque la Inteligencia Artificial estará ahí, para guiar de muchas maneras lo que los seres humanos hemos hecho por siglos y que ahora queremos, poco a poco, delegar a las máquinas.
La revolución de la Inteligencia Artificial llegó para quedarse y es mejor que aprendamos qué puede hacer por nosotros, antes de que nos convirtamos en meros espectadores del futuro.