Hace unos días nos enteremos que un vehículo que transportaba el material radiactivo Cobalto-60 había sido robado, afortunadamente hace unas horas fue recuperado, pero durante el suceso nos preguntamos: ¿Qué riesgos podría traernos este tipo de eventos?
El vehículo fue robado en su traslado desde un hospital en Tijuana al Centro de Almacenamiento de Desechos Radiactivos en el estado de México.
Según explica El Organismo Internacional de Energía Atómica en su comunicado, el cobalto-60 robado tiene una actividad de 3.000 curios (111 terabecquerelios) y está considerado de “categoría 1”, una fuente “extremadamente peligrosa” para las personas.
El cobalto es un metal que tiene isótopos o variedades con diferentes pesos atómicos, algunos pueden ser radiactivos, como el cobalto-60. Para obtenerlo, se le somete a un proceso de enriquecido en el que se coloca dentro de un reactor nuclear para que absorba neutrones de uno a 6 meses y se procesa para los fines médicos como para tomar rayos X por su radiación gamma o para esterilizar dispositivos médicos y para terapias contra el cáncer.
El equipo de teleterapia, comúnmente, se administra en unos dispositivos llamados cabezales, que se montan sobre un equipo en el que el paciente se recuesta y de forma remota, el equipo médico activa el haz radiactivo para atacar las células tumorales.
El cabezal contenía 60 gramos de cobalto-60 resguardado por dos cámaras, una de acero y otra de plomo selladas herméticamente para evitar cualquier escape.
El Riesgo
Si bien la Comisión Nacional de Seguridad Nuclear informó que mientras no se dañe el cabezal ni se intente abrir no hay riesgo, una vez que se abra el material radiactivo la contaminación se disemina entrando en contacto con todo.
El efecto de la radiación puede verse en minutos, horas o días, dependiendo de la intensidad de la fuente radiactiva y eso depende de qué tan enriquecido se encuentre. El Cobalto-60 para fines médicos suele tener niveles muy altos que se van reduciendo conforme pasa su vida física, el tiempo en el cual la actividad de un elemento radiactivo se reduce a la mitad mediante decaimiento radiactivo.
El Cobalto-60 tiene una vida media de 5 años, periodo en el que el 100% de sus átomos son radiactivos. Sin embargo cuando se desecha la radiación persiste aunque no con la misma intensidad; para que quede en estado inocuo se requieren aproximadamente alrededor de 30 años.
Los efectos para quienes entren en contacto con el material dependerán de qué tan energético se mantenga o no el material radiactivo además de si es manipulación directa y por cuánto tiempo.
En las primeras horas después de entrar en contacto con el material se sentiría mareo y nauseas. Después se presentará enrojecimiento de la piel en el área que tuvo contacto y en otras partes del cuerpo, en su efecto más grave se escamaría la piel y después se caería dejando el tejido libre lo que puede provocar infecciones que sólo pueden ser tratadas por un médico nuclear especializado en radiación.
En uno de los escenarios más graves, quienes lo manipulen podrían perder la vista e incluso tener que someterse a un trasplante de médula ósea por la contaminación de su sangre y sistema inmune.
Cuando una persona se contamina con material radiactivo se irradia, es decir, las células se ionizan afectando hasta al ADN, rompiendo los enlaces de los átomos de las células, incluidas las de la sangre, sus glóbulos blancos y rojos hasta dañar la médula ósea y provoca mutaciones o cáncer.
En cuanto este evento particular las autoridades están evaluando el potencial de exposición de radiación a las personas que pueden haber estado cerca de la fuente sin blindaje, y aunque los hospitales han sido alertados para buscar síntomas de dicha exposición, refieren que con base en la información disponible hasta ahora no existe riesgo de contaminación.