El origami es un arte de origen asiático que consiste en plegar papel, sin cortarlo ni usar pegamento, para formar figuras tridimensionales. Aunque empezó en China, la cultura japonesa lo adoptó alrededor del siglo VI, pero es ahora que alcanza dimensiones, digamos, mínimas.
Un grupo de investigadores liderados por científicos de la Universidad de Cornell dio a conocer lo que ellos consideran es el pájaro de origami más chico del mundo. Esta pieza fue hecha con robótica de nanoescala, según una investigación publicada el miércoles en el periódico especializado Science Robotics.
Los científicos ya se hicieron acreedores del reconocimiento del Guinness World Records por crear el robot más pequeño del mundo y, ahora, esperan conseguir otro récord por doblar el pájaro de origami que sólo mide 60 micras de ancho; una micra equivale a la millonésima parte de un metro, es decir 0.001 milímetros.
“Como seres humanos, la característica que nos define es que hemos aprendido a construir máquinas y sistemas complejos a escala humana y también a escalas enormes”, dijo en una publicación de la Universidad de Cornell Paul McEuen, uno de los coautores de la investigación. “Pero lo que no hemos aprendido a hacer es construir máquinas a escalas diminutas. Y este es un paso en esa evolución básica y fundamental de lo que los humanos podemos hacer, aprender a construir máquinas que son tan pequeñas como células».
La Universidad de Cornell publicó este video que explica el proceso y se ve el plegado hasta llegar a la grulla de origami.
La figura más básica del complejo arte del origami (a veces castellanizado como papiroflexia) es precisamente la grulla, un ave que en la cultura japonesa es considerada un amuleto de la suerte.
Lo que hicieron los investigadores de Cornell, con el estudio originalmente llamado “Actuadores de memoria de forma de tamaño micrométrico programables eléctricamente para microrrobótica de baja potencia», fue crear estos actuadores del tamaño de una micra que permiten que materiales bidimensionales delgados se plieguen atómicamente en configuraciones 3D.
Lo único que requieren es una rápida sacudida de voltaje y una vez que se dobla el material, mantiene su forma, incluso aunque después se elimine el flujo de electricidad. Es decir, el material se dobla solo con la carga voltáica a la forma previamente definida.
Actualmente, en un siguiente paso, los científicos intentan integrar los actuadores con circuitos para hacer robots que puedan caminar con patas plegables, así como robots en forma de hojas de papel que se mueven hacia adelante con un movimiento ondulatorio.
Estas innovaciones podrían llevar algún día a crear nanorobots que puedan limpiar una infección bacteriana del tejido humano, o la generación de microfábricas que pueden transformar la manufactura, y la creación de instrumentos quirúrgicos robóticos diez veces más pequeños que los dispositivos que se usan actualmente, según explicó Itai Cohen, profesor de Cornell y coautor de la investigación.