En un par de meses la NASA mandará una sonda desde la costa de Florida hacia el Sol. Después de que haga una serie de vuelos sobre Venus, empezará a bajar su velocidad y la nave Solar Parker se acercará a 4 millones de millas del Sol (6.4 millones de kilómetros), lo cual será el objeto humano que más cerca ha estado de una estrella en toda su historia.
La NASA es una agencia gubernamental en los Estados Unidos y por ende, muchos -sino es que todos- sus investigaciones y resultados son públicos. Cuando deciden mandar alguna sonda a estudiar algún planeta u objeto espacial, buscan que la gente se entere, porque evidentemente sus misiones deben ser promocionadas por muchas razones: para que las personas sepan que el universo es fantástico y que hay mucho por aprender, pero además, porque se necesita que el presupuesto a la investigación no se reduzca y en eso la opinión pública puede ayudar.
Por ello, en marzo la NASA anunció que la sonda solar Parker llevaría un chip en donde las personas podrían grabar su nombre para ir de manera simbólica al Sol. Vamos, hasta el Capitán Kirk, el actor William Shatner, ayudó en esta promoción de la NASA.
La convocatoria a mandar nombres de las personas interesadas en que se grabaran en un microchip para la posteridad, terminó la semana pasada y recibió más de 1.1 millones de peticiones, de acuerdo a un vocero de la Universidad John Hopkins, e lo que es el Laboratorio de Física Aplicada, el cual diseñó y construyó la sonda que irá al Sol. Más allá de la promoción que buscó la NASA, representa quizás una manera de perpetuar el deseo humano de sobrevivir a nuestro cuerpo y tiempo, para ser recordados eventualmente cuando pisamos esta Tierra. Y aunque suene exagerado, sin duda es una manera de seguir estando, ¿o no?
En un cuestionario que contestaron algunas de las personas que mandaron su nombre, indicaron que al mandarlo era una manera de viajar al espacio: “Pienso que la razón principal podría ser el conocimiento el cual yo no podré tener pero que al menos quedará registrado de alguna forma con mi nombre”, dijo Shaun Lawson, quien vive en el Reino Unido.
Por su parte, Rydon Samaroo, de Coral Springs, Florida, sintió lo mismo: “Quise participar porque siempre me fascinó la exploración espacial desde que tengo memoria”, comentó Samaroo. “Nunca seré un astronauta pero de una forma quizás pequeña, sea capaz de contribuir empujando la frontera final”. comentó.
Nicole Abuhakmeh, quien vive en Pennsylvania, dijo que “le pareció una idea genial para que ella y su marido siguieran vivos ya que no tienen hijos”. Finalmente otros dijeron cosas como ésta: “Supongo que soy una persona promedio que no ha contribuido en mucho en la vida. Mandar mi nombre al Sol me dará el falso sentimiento de haber contribuido de manera grandiosa”, comentó Ali Mudarris, quien también vive en Pennsylvania. Sin embargo, Ali dijo que “para ser honestos, no pensé en nada de esto hasta que se me preguntó. Quisiera sentir que hice algo grande”.
Las razones varían pero el denominador común es el deseo de dejar una huella. Las personas que mandaron su nombre para incluirlo en la sonda Parker Probe tenían la misma motivación que aquellos que marcaban con su nombre los árboles al lado de las montañas, o como los prisioneros en la Torre de Londres, que de alguna manera quisieron dejar su huella escribiendo sus últimas palabras en las paredes de piedra. Vamos, hasta se justificaría de alguna manera el quinceañero que dejó en un templo de 3,500 años de existencia en Egipto la frase “Yo estuve aquí” y que tuvo dificultades con las autoridades egipcias pues fue sorprendido en este “vandalismo”.
La necesidad de registrar nuestra existencia siempre ha existido. “Eventualmente todo desaparecerá y no habrá manera de saber de nada de lo que hizo el ser humano. Y esto es difícil de aceptar para las personas”, dice Mark Harris, autor de Grave Matters, quien explora mecanismos no convencionales para cuando las personas mueren. “Nunca realmente aceptaremos la idea de que moriremos. Tal vez la aceptemos de manera intelectual pero al final, probablemente nos pondremos a pensar menos intelectualmente y más emocionalmente porque al final de cuentas no estamos muy cómodos con nuestra mortalidad y tal vez más aún, la mayoría no está contenta con lo que ha hecho de sus vidas”.
Cabe recordar que en los años 70s del siglo pasado, se hizo una colección de sonidos e imágenes de la Tierra, que se puso en la sonda Voyager, con la remota esperanza que eventualmente algún extraterrestre encontrara la sonda y pudiese ver cómo era la vida de los humanos en la Tierra. Este año, que se mandó un coche Tesla al espacio, se etiquetó con la siguiente frase: “Hecho en la Tierra por humanos”.
Y como la exploración espacial se ha hecho más cotidiana y las misiones más frecuentes, ahora con la tecnología actual se puede hacer mucho más, y ya no hay que mandar un disco en la nave. Basta un microchip firmado por millones de personas como si fuesen los testigos de estos maravillosos avances, además de que los chips actuales pueden mandar mucha más información que los discos físicos.
Por otra parte, se sabe que la sonda solar Parker no estará activa para siempre. La NASA ha llegado a la conclusión que la misión terminará en el 2025 y que la nave estará dando vueltas al Sol por un año más. Un par de naves lanzadas en los años 70s del siglo pasado, se lanzaron para estudiar al Sol y terminaron sus transmisiones en 1985, aunque siguieron dando vueltas alrededor de la estrella solar. Pero eventualmente la gravedad del Sol se tragará todo de manera bestial, eliminando toda la evidencia de existencia humana para siempre.