Por décadas, el crecimiento de China implicó sacar a los trabajadores de la agricultura para ubicarlos en fábricas. Sin embargo, cuando el país empezó a acercarse a lo que se llama el punto de Lewis, que es cuando ya los cambios no siguen incrementando la productividad, el gobierno hizo un nuevo esfuerzo para construir una base de científicos para crecer ahora en ese camino. El resultado de estos esfuerzos se nota en el nivel de las universidades chinas 11 de ellas en el “top 100” y en la cantidad y calidad de científicos que genera.
Qingnan Xie de la Universidad Científica y Tecnológica de Nanjing y Richard Freeman de la Universidad de Harvard, han estudiado la contribución de China a la ciencia global y han documentado una rápida expansión entre 2000 y 2016. Ya para ese año, China sobrepasa en producción científica a los Estados Unidos. Más aún, los autores del estudio argumentan que estas métricas, subestiman el impacto de China. Los datos no cuentan los artículos escritos por investigadores chinos localizados en otros países y excluyen muchos artículos que aparecen sólo en publicaciones chinas. Los investigadores ajustaron ambos factores y concluyen ahora que los académicos chinos ahora contribuyen en un tercio globalmente en los campos de la ciencia y la ingeniería.
La calidad de la investigación china ha mejorado también, aunque se mantiene por debajo de la calidad estadounidense. Un análisis reciente sugiere que debería medirse no solamente en número de artículos sino en las citas que los autores hacen de ellos. Los académicos chinos podrían convertirse en los líderes globales en un futuro cercano,. Xie y Freeman examinaron a los autores de las publicaciones de Nature y Science, dos de las publicaciones más prestigiosas y hallaron que en el 2016 el 20% de los autores fueron chinos, más del doble que en el año 2000.
Al mismo tiempo, esta expansión dramática en las becas científicas ha empezado a preocupar pues el gobierno chino parece ejercer una influencia excesiva sobre los estudiantes chinos y sus profesores que se encuentran en los Estados Unidos. Una preocupación relacionada es si los lazos profundos entre los académicos chinos y estadounidenses facilitan demasiado la transferencia de tecnología o bien lo que hacen es espionaje académico.
Quizás en respuesta a estas preocupaciones, el gobierno estadounidense ha empezado a hacer más complicadas las reglas para poder estudiar en los Estados Unidos. La comunidad científica ha reaccionado alarmada, argumentando que el progreso científico requiere de la colaboración abierta y que los episodios aislados de espionaje (o de comportamientos inapropiados), deberían tratarse a través de la vía legal e incluso, expulsando a los responsables, en lugar de poner más restricciones. En Estados Unidos hoy en día, la tercera parte de los estudiantes extranjeros son de China.
Pero independientemente de lo que pase en el futuro, el liderazgo de China y sus contribuciones a la ciencia e ingeniería, es una tendencia que parece no disminuirá.