Con noticias como la alianza entre Ford y Google para que los vehículos de la armadora cuenten con sistema operativo Android y, por ende, con Google Assistant, es natural pensar en un escenario en el que los autos conversacionales pronto sean una realidad estandarizada diseñada para sintetizar procesos y beneficiar a los usuarios.
Pero queda en el aire la duda de qué tanto impactará en la industria automotriz la adopción de esta inteligencia artificial (IA), es decir, cuán sustanciales serán los aumentos de costos de producción y de precios finales cubiertos por el público.
Acerca de si los autos conversacionales implicarán un impacto en la industria automotriz, Miguel Fonseca, director de transformación de negocios de Capgemini México, dice que más bien se trata de una fuerza que esa industria ya trae de modificar sustancialmente los procesos de manufactura de los vehículos y de expandir la experiencia de usuario.
“Tiene que ver con la evolución del vehículo, con el concepto CASE (Connected / Autonomous / Shared / Electrical) de movilidad que todas las grandes marcas están incorporando en sus nuevos modelos”, dice Fonseca.
Pero si se habla de un nuevo estándar de manufactura que atiende a conceptos de movilidad, entonces es fácil asumir que se abre la posibilidad de introducir otros esquemas de negocios o servicios a partir de los autos conversacionales.
Al respecto, Fonseca dice que la conversación ha sido unilateral y a cargo de los usuarios, quienes hablan con el vehículo a través de diversas soluciones de asistencia de voz, pero la nueva realidad será que el propio vehículo converse, no necesariamente con el usuario, sino con su fabricante.
Será un círculo virtuoso en el que el usuario tendrá una mejor experiencia al conducir y generará un volumen importante de datos que se recolectarán con cada interacción, sea hablar propiamente con el vehículo, solicitar una dirección o poner alguna canción sobre la marcha.
“Hablamos de monetización de data”, remarca Fonseca. “Los fabricantes tendrán la posibilidad de correr sus herramientas de inteligencia artificial y de explorar y disecar en toda esa cantidad de datos posibilidades de negocios”.
Otro ejemplo de estos servicios integrados por medio de IA es el sistema de asistencia de audio de General Motors, Onstar, que ahora se enlaza con Amazon Alexa para brindar una comunicación más ágil con el usuario dentro de sus coches.
En Capgemini han elaborado estudios en cuyas conclusiones figura el alto porcentaje de usuarios que dentro de los próximos años se ajustarán a una experiencia de asistencia de voz con el vehículo, y el punto de negocio se verá reflejado en la medida en que se se normalicen actividades como hacer compras o agendar citas sobre la marcha.
“Todo ese tipo de situaciones serán resultado de conversaciones generadas por el conductor y que llegarán a la armadora, quien a su vez ya habrá establecido convenios con marcas como Amazon para monetizar y obtener beneficio. Es probable que también veamos alguna forma de publicidad adelantada, como cuando entramos a Google buscando algún producto en específico y vemos uno promocionado arriba de los resultados. A final de cuentas, son oportunidades de negocio que se abren con el auge de la data”, dice.
Por último, acerca de si la adopción de autos conversacionales implicará un aumento en los costos para la industria, Fonseca dice que la asistencia de voz hace unos años todavía podía pensarse como una característica adicional, mientras que ahora cada vez se vuelve un lugar más común.
“Ya no debería implicar mayores costos, de la misma manera en que los smartphones están tan estandarizados hoy en día con todo y sus asistentes de voz” concluye.