El pasado 27 de septiembre MG presentó RX8, una SUV que está dirigida a sectores que parecieran estar peleados entre sí: el familiar y el off-road.
La justificación detrás de esta combinación de públicos radica en que MG pretende que el vehículo llame la atención de las familias que gustan de salirse de la rutina y de experimentar aventuras en exteriores y rutas que no precisamente son de fácil acceso.

Hablamos de una SUV de diseño sobrio con capacidad para siete pasajeros repartidos en tres hileras, es decir, es un vehículo amplio en su interior y en el que resaltan los asientos de piel. La firma dice que el target son las personas entre 40 y 60 años que buscan una SUV funcional y pasar tiempo en familia en viajes todoterreno.
Para estar en condición de saber qué tan atinada es esta afirmación, MG nos invitó a Sonora para hacer algunas pruebas de manejo en destinos fuera de lo cotidiano y que incluyeron tramos desérticos, playa y hasta dunas para hacer uso de algunos de los seis modos de manejo: automático, sport, 4L, 2H, off-road y snow.

La primera parte de la experiencia, la carretera, fue nuestro acercamiento al modo sport y podemos decir que RX8 es un vehículo que contagia el poder de su motor de cuatro cilindros turbocargado 4×4 y sus 221 caballos, brindando simultáneamente una sensación de seguridad y control total.
En numerosas ocasiones nos vimos en la necesidad de rebasar en tramos de un solo carril por sentido y al pisar el acelerador nos encontramos con un motor que dejaba escuchar su potencia y que nos permitió adelantar y hacer maniobras rápidas y sin contratiempos, a una velocidad máxima -la que nos permitió el tráfico de la carretera- de 180 Km/h, todo esto mientras el sensor avisaba cada vez que detectaba un desfase con respecto al carril.

Después de aproximadamente 50 minutos de carretera, tomamos una desviación y nos adentramos en el desierto. Aquí ajustamos el modo a 2H para tracción solo en las llantas traseras y el resultado fue un trayecto cuyo camino accidentado no fue perceptible en la cabina. A pesar de la abundancia de tierra, desniveles y baches, el vehículo se mantuvo estable.
Luego de unos 30 minutos de tramo desértico llegó la cereza del pastel, el que sin lugar a dudas fue el mejor momento de las pruebas: manejar en playa y en las Dunas de San Nicolás. Para esto fue necesaria la intervención del equipo de la armadora, pues se bajó el aire de las llantas para que el modo 4L -tracción en cuatro ruedas a bajas revoluciones- pudiera ser aprovechado al máximo.
En playa no hubo mayor novedad, pero fue en las dunas y en la ruta que se implementó en ellas que fuimos testigos de que, a pesar de las apariencias, este sí es un vehículo todoterreno.

Con un auto cualquiera las llantas habrían quedado atascadas en la arena al menor movimiento, pero con esta SUV ese no fue el caso y pudimos elevarnos por las dunas, dar vueltas cerradas, abrirnos para hacer maniobras más complejas y descender controladamente.
A punto de ocultarse el sol, el último recorrido fue a través de otras zonas desérticas en donde el modo off-road (para disfrutar más los terrenos accidentados) estuvo reluciendo.
Al final del día nos quedamos con un gran sabor de boca, pues a nivel motor y especificaciones es un vehículo que sobresale. Sin embargo, debemos decir que por lo que hace al aspecto tech nos hubiera gustado ver implementada por lo menos asistencia de voz.

Es compatible con Android Auto y Apple CarPlay, pero para el perfil del vehículo era de esperarse algún implemento como el que hace GM con Alexa o cuando menos un servicio de conectividad similar a OnStar.
Y como comentario adicional, el exterior del vehículo nos parece excesivamente sobrio y contrario al perfil aventurero que pretende la armadora; sin embargo, estamos conscientes de que el público pretendido es el de 40 a 60 años.